Partiendo de diferentes piezas e instalaciones, Sandra March nos habla de nuestras cicatrices como costuras o zurcidos que testimonian nuestra historia.
Habitualmente ocultamos las cicatrices que dejan las heridas en nuestro cuerpo, por tratarse de imperfecciones que socialmente se alejan del ideal de belleza canonizado y que identificamos con el de un cuerpo blanco, desnudo, sin vello y sin marcas. Sin embargo, desde un punto de vista simbólico, las heridas pueden interpretarse también como rastros de acontecimientos biográficos vividos o sufridos, huellas que debieran ayudarnos a reinterpretar nuestro pasado de una manera más libre y desprejuiciada.