Hubo un tiempo en que el tránsito de los días y de las noches lo marcaban el ir y el venir de las mareas. La isla no existía. Sólo había orilla donde se alineaban las puertas de las casas, los puentes, las embarcaciones, las bajas, los islotes y la marea. Sólo el mar. El mar y el cielo, territorios ciertos e inconmensurables.
En este proyecto artístico Francisco Montelongo y Fran Rodríguez se disponen a reconstruir el universo visual ligado al paisaje natural y humano que sobrevive a duras penas en nuestras orillas, en forma de pequeñas recreaciones de acuarelas e ilustraciones que nos transportan al imaginario cultural de un territorio marítimo que nos define como huérfanos de esta orilla.