Con Museo Arqueológico de la Revuelta, Avelino Sala juega irónicamente con el formato de vitrina de archivo clásica para mostrar en clave de registro museográfico una serie de piedras recogidas en diferentes manifestaciones del mundo.
La obra se convierte así en una crónica global de resistencias donde, más allá de las particularidades de cada una de las acciones de protesta, habla de la necesidad de tomar medidas ante el claro fracaso de los relatos construidos hasta ahora, para cimentar un nuevo paradigma más justo y sostenible. Tal es el caso de la piedra proveniente de Asturias, lugar de procedencia del artista, cuyas manifestaciones provocadas por la reconversión de la minería nos llevan a pensar, por un lado, en la urgencia de una sociedad desfosilizada, y por otro, en la necesidad de medidas que deben tomarse de acuerdo a una transición justa y redistributiva.
Las piedras de Sala, mismas con las que suelen construirse las barricadas —otro elemento referencial en el trabajo del artista— le sirven para poner un punto de ironía a su particular manera de abordar la iconoclastia. El simbolismo de la piedra como objeto arqueológico, y por tanto huella civilizatoria, es en este caso la de una civilización turbulenta: la única que está acabando consigo misma. En ese sentido, la transición ecosocial continúa en los museos y espacios culturales manteniendo una distancia de seguridad, como si se tratase de un escenario de sombras chinescas donde la complicidad con la petrosoberanía global opera desde bambalinas.
(Fragmento del texto escrito por Blanca de la Torre)
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