La muestra propone una interacción fluida y continua entre las diferentes facetas artísticas de Eduardo Manrique, guiando al visitante en un viaje interconectado por sus creaciones. Se inspira en lo tangible y lo portuario, capturando en sus obras la esencia de estos espacios y transformándolos en símbolos, rastros, trazos y composiciones abstractas que revelan un mundo de posibilidades infinitas. La exposición está comisariada por David Machado.
A través de la abstracción, logra un lenguaje universalista que se expande orgánica y coherentemente en una diversidad de medios y ámbitos como el collage, la escultura y la pintura, convirtiendo lo específico en algo común y permitiendo así una mayor comprensión y empatía hacia lo desconocido. Construye sus obras como si de un astillero se tratase, plegando áreas de color, tensando materiales y moldeando el espacio para crear piezas que trascienden lo costero y nos transportan a un territorio conceptual y fluido. En este espacio, nos conectamos con lo propio y lo vivencial sumergiéndonos en una experiencia artística que nos invita a navegar en una nave metafórica por las aguas del arte y de la vida. El artista es un constructor que ensambla la abstracción y la poesía en un universo que nos habla de las relaciones entre el ser humano y la mar.
La exposición “Ataraxia” nos sumerge en el universo artístico de Eduardo Manrique, un creador cuya práctica artística trasciende el concepto psicológico de periferia, buscando y encontrando lo común en la diversidad de planos. Su práctica artística refleja la conexión entre lo local y lo universal. Encontramos una apertura que se acerca al espectador, evocando la gestualidad y las formas presentes en la maquinaria naval, como los barcos que surcan las aguas de la bahía de Arrecife. A través de la experimentación, el artista genera intervenciones espaciales que nos guían por su recorrido procesual, invitándonos a adentrarnos en su mundo creativo. Su obra nos invita a la contemplación y a la conexión con lo introspectivo a través de espacios que parecen dialogar consigo mismos. Las piezas se transforman en símbolos que se balancean al vaivén de los ritmos maréales y resuenan en la línea infinita del horizonte.