En la trayectoria del artista lanzaroteño Francisco Castro se unen dos realidades insoslayables: su maestría profesional como pintor y la certeza de ser un artista plástico con un discurso intelectual que va más allá de la representación formal de sus obras.
Una doble realidad que nace de su necesidad vital de pintar sólo cuando realmente tiene algo transcendente que contar, convirtiéndose su pintura en verbo o palabra plástica de su pensamiento.
Partiendo como referente de un episodio del Génesis, protagonizado por los hijos de Noé, Francho aborda en este proyecto cómo la dialéctica, como instrumento de pensamiento crítico de bloques opuestos, puede dejar injustamente relegado a uno de los contendientes en un plano subsidiario o territorio incierto entre el vencedor y el vencido, tal y como le sucede a Jafet, quedando éste en medio de una tierra de nadie, como andamos muchos de nosotros.