Partiendo de la necesidad de canalizar un discurso artístico propio fundamentado en el tránsito de las emociones, Flora González nos propone una intervención plástica entendida como la materialización de un proceso de creación en forma de camino, orilla o parada.
Un necesario descanso o “punto y coma” dentro del esperanzador viaje que nos habla de la transformación del territorio de la oscuridad, del descubrimiento creativo de la soledad o de la fortaleza nacida de la vulnerabilidad personal, como paisajes desde donde configurar nuevas narrativas artísticas, cargadas de significación.