Después de abordar el paisaje y el bodegón, el artista Julio Falagán llega a El Almacén con la intención de abordar el género del retrato a través de un iconoclasta e irreverente proyecto marcado por el humor, la ironía y obras de arte popular intervenidas tras ser adquiridas en mercadillos, tiendas de segunda mano y anticuarios.
Julio Falagán cuestiona el poder de la cultura de lo establecido interviniendo y manipulando artísticamente una extraña selección de representaciones plásticas de personajes desconocidos y desconcertantes, tras solicitarle previamente a amigos, escritores y gestores culturales que se inventen una historia sobre la persona o el animal retratado.
Uno de los objetivos de su obra es reintroducir el arte obsoleto en el mercado, darle otra oportunidad a través de la manipulación y cambio de sentido y los retratos son el mejor ejemplo de obra devaluada.